4 jun 2012

El mercado de la Boquería



Este mercado, uno de los más famosos y antiguos de Barcelona, preside el tramo central de la Rambla (nº 91), quizá el más colorista y exuberante, conocido como la Rambla de les Flors por los puestos donde pueden comprarse flores todos los días del año. También hay puestos de animales, donde encontrarán desde conejos, hámsters, pollitos y cobayas que harán las delicias de cualquier niño hasta gallos de corral. En la actualidad se han abierto puestos de chucherías y heladerías, de bonito y moderno diseño que contrasta con los puestos de toda la vida.
Es tal la vida, el color y la animación que desprende, que es imposible que el viajero no se detenga y se interne en sus múltiples pasillos para curiosear entre las formidables pirámides de frutas exóticas, patas de jamón de todos los precios, mariscos imposibles de encontrar en los mercados de proximidad… Todo entra por la vista, todo apetece probarlo, y para los amantes de la fotografía, es un lugar ideal por su enorme colorido y la originalidad de su construcción.
Más o menos en el mismo lugar que ocupa en la actualidad el mercado, se instalaba ya en época medieval un mercado al aire libre en el que los agricultores vendían sus productos a los habitantes de la zona amurallada. En un principio, estos vendedores eran ambulantes. En la actualidad son paradas fijas y muy codiciadas.
El actual mercado está situado en el antiguo solar del convento de los Carmelitas Descalzos de Sant Josep, incendiado en julio de 1835. 
El mercado se erigió cinco años después, ideado inicialmente como una plaza porticada, pero las quejas de compradores y vendedores provocaron que se cubriera en 1874, soportando en el intercolumnado jónico la estructura metálica del techo. 
Por fechas no debería incluir este mercado dentro del movimiento modernista estrictamente, ya que el periodo de construcción es anterior. Pero teniendo en cuenta que es uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad, y sobre todo, a nivel artístico, que la vistosa cubierta metálica que le confiere su característica imagen,  diseñada por el ingeniero Miquel de Bergue, no se instaló hasta 1914 (podríamos hablar del inicio de la decadencia del modernismo, aunque no hay una fecha clara al respecto).
No se conoce el origen del nombre popular con el que se conoce a este mercado, pero un historiador del s. XVIII lo atribuyó al anonadamiento de los viandantes que paseaban por la Rambla al pasar por delante de las puertas del mercado, es decir, se quedaban literalmente con la boca abierta.
Otra teoría menos curiosa alude a la carne de boc (chivo) que vendían los carniceros.
En cualquier caso, hoy es el mercado más popular de la ciudad y con una gran variedad de productos de alta calidad, apto para todos los bolsillos (sólo es cuestión de dar unas vueltas antes de decidirse). Un verdadero festival de color que muestra una amplia variedad de productos mediterráneos, y me atrevería a afirmar: lo que no encuentren allí, no existe.
Espero que les haya gustado la visita,
Nos vemos por la Barcelona Modernista,
Saludos,
Lorena





14 may 2012

Casa de les punxes


Casa Terrades  o Casa de les Punxes (Casa de las Puntas), Av. Diagonal, 416. Barcelona.

Pasear distraído por la Diagonal y encontrarse cara a cara con este descomunal edificio es toda una experiencia. Pero no me refiero sólo a su tamaño. Lo que más llama la atención de la Casa de les Punxes es lo fuera de lugar que parece. Y es que de nuevo el arquitecto Puig i Cadafalch lograba sorprender de nuevo al construir un edificio de reminiscencias nórdicas en plena avenida Diagonal que estaba más cerca de parecerse a un castillo medieval que a lo que la burguesía de la época esperaba de un edificio modernista.
Se trata de una de las obras de mayor envergadura del arquitecto Puig i Cadafalch, y una de las siluetas más reconocibles del Modernismo catalán.
Este ambicioso proyecto fue el encargo de tres hermanas, las hermanas Terrades, que eran las propietarias de tres casas de viviendas situadas entre las calles Diagonal, Rosselló y Bruc, quienes confiaron a Puig i Cadafalch la reforma de los inmuebles. Éste aprovechó la oportunidad para unificar los tres cuerpos en uno solo a través de una gran fachada de ladrillo rojo.

Las obras duraron dos años (1903 – 1905), y dieron como resultado una construcción imponente que ocupaba una manzana triangular de casas.
Lo que más llama la atención del edificio son las cuatro torres redondas rematadas con agujas cónicas (las “punxes”, que dan nombre al edificio) una en cada esquina. Puig i Cadafalch llevó la estilización del edificio a tal extremo, que el escritor australiano Robert Hughes, en su libro Barcelona, la describe como “una mezcla entre una casa gremial flamenca y un castillo del loco Luis II de Baviera”.
Destacan de nuevo los trabajos en hierro forjado, los miradores de estilo gótico flamígero, los balcones y paneles de cerámica con motivos patrióticos, entre los que destaca el dedicado a la figura de San Jorge (Sant Jordi, patrón de Catalunya), en el que puede leerse la leyenda: “Sant Patró de Catalunya, torneu-nos la llibertat” (Santo patrón de Catalunya, devolvednos la libertad), que fue considerada por algunos una provocación. El histriónico político españolista, Alejandro Lerroux, calificó este panel de “crimen contra la nación”, pero el arte prevaleció sobre la política y el escudo sobrevivió, incluso durante la dictadura y con una comisaría de policía enfrente.
Por desgracia, como ocurre con la mayoría de los edificios modernistas de Barcelona, es una propiedad privada, y por tanto, no se puede visitar el interior de la casa. De momento tendremos que conformarnos con contemplar la fantástica fachada, que no tiene desperdicio.
Y hasta aquí nuestra visita de hoy, espero que les haya gustado,
Nos vemos en Barcelona modernista.

Lorena Pallás.

4 may 2012

Els Quatre Gats


Para entender el espíritu revolucionario de esta encantadora taberna modernista, hay que transportarse al París de finales del siglo XIX.
Pere Romeu trabajaba como animador y camarero en Le Chat Noir parisino, y fascinado por su ambiente bohemio, quiso crear en Barcelona algo parecido, aprovechando el momento de gran creatividad y expresión cultural que allí se desarrollaba.
quatre gats
El propósito de Pere Romeu era fundar un lugar donde además de comer y beber, también se alimentara el espíritu (en palabras de Rusiñol). El local pronto se convirtió en refugio de artistas e intelectuales que acudían allí para arreglar el mundo. Entre ellos se contaban los compositores Albéniz y Granados, y pintores  como Ramon Casas, Santiago Rusiñol, Joaquim Mir y un jovencísimo Pablo Picasso. 
Para dar vida a su proyecto, eligió al arquitecto Puig i Cadafalch, que de nuevo volvía a sorprender con una arquitectura más cercana al gótico europeo que a la actual tendencia modernista, pero sobretodo por lo insólito de mezclar elementos artísticos y refinados con elementos típicos de una taberna tradicional. De nuevo Puig i Cadafalch desafiaba a quienes pensaban que el continente debía encajar con el contenido, como ya hiciera en el Castillo de los Tres Dragones (artículo anterior).
quatre gats
De Els Quatre Gats llaman la atención sus grandes ventanales ojivales con vidrieras policromadas, aunque el interior sea quizá la parte más espectacular. 
El mobiliario y las lámparas circulares de hierro forjado le dan un aire marcadamente medieval, ambos diseñados por Puig i Cadafalch, y costeadas por el pintor Ramon Casas, gran amigo de Pere Romeu. Casas pintó un cuadro en el que aparecen Romeu y él pedaleando en un tándem, se lo regaló a Romeu y éste le destinó una de las paredes más visibles de la cervecería. Actualmente la pintura del interior del local es una reproducción, la obra original se encuentra en el MNAC. 

En este local de ambiente único en Barcelona, donde el propio Romeu se sentaba con los clientes y participaba de las tertulias, se celebraron numerosas exposiciones de pintura, tertulias literarias e incluso espectáculos de marionetas y sombras chinas que atraían al público más efervescente de la ciudad (Casas se encargó de pintar carteles de estilo modernista para anunciar  las obras). Tal era el empuje cultural de Els Quatre Gats, que llegó a editar su propia revista, llamada Pèl & Ploma (Pelo & Pluma).

El mismo Picasso, que ya frecuentaba la cervecería a los diecisiete años, expondría por primera vez en la sala grande dos años más tarde. También pintó el cartel que se convertiría en la portada del menú.
Hoy día no queda nada de aquella época gloriosa, pero Els Quatre Gats sigue siendo un lugar especial, un espacio donde imaginar que formas parte de la historia, una historia que a mí personalmente me habría encantado vivir. 
Qué suerte que aún queden sitios así en Barcelona. Y más suerte aún es poder disfrutarlo tomando un café o cenando a un precio razonable.
Espero que les haya gustado la visita, nos vemos en Barcelona modernista
Saludos,
Lorena Pallás

Fotos: Jorcarma

26 abr 2012

La manzana de la discordia (I): Casa Amatller



No podemos hablar de Modernismo sin hacer una mención especial al conjunto arquitectónico compuesto por tres de las casas modernistas más impactantes y fotografiadas de todo el Paseo de Gracia.
Tres de los más prestigiosos y codiciados arquitectos modernistas compitieron tanto en técnica como en imaginación para hacer destacar su obra por encima de las demás. No hay que olvidar que en aquel momento los arquitectos vivían de los encargos de los burgueses más adinerados e influyentes, y por tanto, sus construcciones debían ser un reflejo de este poder adquisitivo y estado social.
Hablamos de arquitectos tan prestigiosos como Domènech i Muntaner, autor de la Casa Lleó-Morera, Puig i Cadafalch y la Casa Amatller, y por último la archiconocida Casa Batlló de Antoni Gaudí.

He decidido comenzar por la Casa Amatller, porque de los tres arquitectos, quizá sea Puig i Cadafalch el menos conocidos.
Para entender la trayectoria de Puig i Cadafalch (1867 – 1957) hay que tener presente su formación como historiador del arte y arquitecto, sin olvidar su activa  participación en política (fue nombrado presidente de la Mancomunidad de Catalunya, un primer ensayo de gobierno autonómico). Gran apasionado del arte románico catalán y gran defensor de una identidad y cultura catalanas, quiso imprimir a sus obras un carácter moderno, basándose en el arte tradicional (el arte medieval simboliza el mayor momento de esplendor de la cultura catalana), y para ello no escatimó en el uso de los materiales y técnicas más novedosas, convencido de que el Modernismo representaba el nuevo momento de esplendor social y cultural que experimentaba Cataluña.

Fue en este momento de identificación social con los sentimientos nacionalistas, que el industrial chocolatero Antoni Amatller le encargó a Puig i Cadafalch la remodelación del edificio que había adquirido en el corazón de Paseo de Gracia. Para entonces, Puig i Cadafalch ya habría terminado la construcción de la Casa Martí (els Quatre Gats), cuya arquitectura con reminiscencias medievales complacieron sobremanera al señor Amatller.
Puig i Cadafalch había creado una lectura muy particular del gótico, y no dudó en darle a la Casa la apariencia de palacio gótico urbano. Para ello elaboró una fachada de influencias nórdicas, decorada por relieves de estucos ocres y blancos, coronada por un impresionante frontón flamenco con una exuberante decoración, donde no faltan las gárgolas.
casa Amatller
La fachada, considerada por algunos expertos como “la apoteosis de las artes decorativas”, tiene más mérito si tenemos en cuenta que el lenguaje gótico se había convertido en un modelo de arte casi residual, por considerarse demasiado clásico en comparación con las nuevas posibilidades decorativas.
Entre los elementos decorativos, les recomiendo dedicar especial atención a las alusiones al  nombre de la familia (As mayúsculas y ramas de almendro), a la actividad profesional del propietario (industria, chocolate y economía), a sus aficiones (música, viajes) y a los símbolos y tradiciones catalanas (destacar la figura de San Jorge -patrón de Catalunya y una de las festividades con más tradición- matando al dragón, obra de Eusebi Arnau) y la Princesa y el dragón.

Más de cincuenta industriales, artistas y artesanos, bajo la dirección de Puig i Cadafalch, hicieron posible la remodelación integral de la Casa Amatller en poco más de año y medio.


Por desgracia, el hecho de que siempre haya tenido unos horarios de visita muy reducidos no ha contribuido a darse a conocer. Si tras leer este artículo les apeteciera descubrirla, temo darles una mala noticia. En breve comenzarán las obras de restauración de este emblemático edifico, por lo que las visitas quedan anuladas hasta nuevo aviso. Pero no todo va a ser malo. Para consolarles, decirles que la planta baja alberga una tienda de chocolates, donde pueden adquirirse chocolatinas riquísimas decoradas con detalles y estampados modernistas (algunas recrean la fachada de la Casa Amatller pastilla a pastilla), y el vestíbulo puede visitarse. No tiene desperdicio, atención a la luz tamizada a través de las coloristas vidrieras, el antiguo interfono y el trabajo en madera. Es gratis, y servirá para hacerse una idea hasta que la Casa Amatller vuelva a abrir sus puertas a las visitas, como hiciera un siglo atrás.


Espero que les haya gustado la visita, nos vemos en Barcelona modernista.

Saludos,
Lorena Pallás


19 abr 2012

El Castillo de los Tres Dragones


Este curiosísimo edificio podríamos definirlo como uno de los primeros ejemplos del Modernismo barcelonés. Es por ello que queremos dedicarle una mención especial, ya que es una pieza clave para entender los cambios que experimentó Barcelona en el siglo XIX.
Está ubicado en el Parque de la Ciudadela (Parc de la Ciutadella), uno de los parques más encantadores de la ciudad. Como su nombre indica, el lugar había sido ocupado por una ciudadela militar, construida a principios del s. XVIII tras la derrota de Barcelona en la Guerra de Sucesión: Barcelona había dado su apoyo a los Habsburgo, en lugar de a los Borbones, y tras un largo asedio, la ciudad cayó bajo el dominio Borbónico. El nuevo rey, Felipe V, castigó con mucha dureza la falta de lealtad de los barceloneses, e hizo construir la Ciudadela -junto con las nuevas murallas y el castillo de Montjuïch- para controlarla y reprimirla militarmente.
A mediados del S. XIX, debido al crecimiento natural de la ciudad, el gobierno de Madrid se avino a derruir las murallas para permitir esta expansión urbanística. Y es así como nacieron el Parque de la Ciudadela y el Ensanche (Eixample).
Antes de convertirse en parque, los terrenos fueron sede de la Exposición Universal de 1888, con lo que se pretendía dar a conocer la ciudad a nivel internacional, y mostrar al mundo el potencial de su incipiente industria.
Para albergar a los turistas de la Exposición, Lluís Domènech i Montaner se encargó de construir el Hotel Internacional, y el Café - Restaurante de la Exposición, dos de sus primeros edificios. El hotel, desgraciadamente, se trató de una construcción efímera, y una vez terminada la exposición se derruyó. El Castillo de los Tres Dragones era el Café-Restaurante, una construcción que tuvo más detractores que admiradores debido a su apariencia de fortaleza.
castillo de los tres dragones
Para la época debió resultar muy osado levantar una fortaleza como  lugar de recreo, ya que la crítica alabó la simetría y la bella austeridad del edificio, pero reprochó al arquitecto Domènech haber olvidado la función lúdica del edifico, es decir, que el continente no se correspondiera con el contenido.
De ahí que se bautizara con el irónico nombre del Castillo de los Tres Dragones, pues era el título de un drama romántico medieval considerado más un divertimento que literatura con mayúsculas.
Todo el edifico está realizado en ladrillo visto de tradición mudéjar, técnica muy poco habitual en la época, cuya decoración se reduce a un friso decorado con escudos cerámicos en blanco y azul, donde pueden verse diferentes figuras femeninas y masculinas. Entre ellas destaca la del marinero bebiendo ginebra, la de la payesa exprimiendo un limón, y una señorita bebiendo champán. De la austera fachada sobresalen cuatro altas torres en forma de almena, decoradas con cerámica vidriada amarilla, entre las que destaca la Torre del Homenaje y su pináculo en hierro forjado de influencia gótica.
Hasta hace poco albergó las colecciones de zoología del museo de Ciencias Naturales de Barcelona. A día de hoy no se puede visitar el interior.
castillo de los tres dragones

No es sorprendente que el conjunto de almenas, el friso de escudos, los arcos de influencia catalana y árabe, y sobre todo, su aspecto sobrio se interpretara como un edificio más típico del Medievo que de la Barcelona modernista que todos tenían en mente.


Espero que les haya gustado la visita, nos vemos en Barcelona modernista.
Saludos,
Lorena Pallás

fotos: Jorcarma